
Por Alí Manzano
Hace algún tiempo escribí un artículo titulado “Meseteros madrileños GO HOME¡¡. En el que entre otras cosas, analizaba la llegada de madrileños a las costas andaluzas tras el decreto del Estado de alarma y sus consecuencias para las poblaciones de destino, especialmente en Málaga y Granada, las dos provincias con más viviendas vacacionales propiedad de madrileños y las dos provincias con más casos de infecciones por el Covid-19.
Como era previsible, las críticas y la indignación de algunas no se hicieron esperar. Reclamar medidas concretas para preservar la salud de las andaluzas, como es el cierre de fronteras para impedir que la llegada de personas procedentes del principal foco de infección del Covid-19, Madrid, es algo inaceptable; señalar a Madrid como el centro colonial que ha empobrecido económica y culturalmente Andalucía y a los madrileños como benefactores de la situación colonial de Andalucía, parece que no ha sentado muy bien en la izquierda española, ni siquiera en aquellas personas insertas en el marco de pensamiento de los nacionalismos burgueses.
Llevo muchos años escribiendo, teorizando sobre la situación colonial andaluza, buscando explicaciones y soluciones al empobrecimiento moral y económico del pueblo andaluz, y nunca había percibido un rechazo semejante al que he percibido con el artículo mencionado. El motivo posiblemente pueda estar en el paso de lo abstracto (señalar el colonialismo sin señalar al colonizador, hablar de España en lugar de hablar de quienes crearon España y se han servido de la estructura de explotación territorial y humana implementada tras ese concepto) a lo concreto, señalando a Castilla y a Madrid como creadores y beneficiarios de la situación colonial.
Cuando hablamos de España como potencia colonial en Andalucía, nadie se ofende. Al ser “España” un concepto abstracto creado para dar nombre a la expansión imperialista de Castilla mediante la conquista militar y posterior colonización de los territorios conquistados, está por encima de las naciones que configuraron ese imperio. La abstracción no genera conflicto. El conflicto se genera cuando pasamos de lo abstracto a lo concreto, cuando no designamos a España como sujeto de la colonización, sino que concretamos en el territorio y en el pueblo que diseñó la actual estructura de dominio y explotación, Castilla y su centro de poder, Madrid. Aquí si generamos conflicto cuando señalamos a los madrileños como beneficiarios de la situación colonial de Andalucía, cuando concretamos en quién y en donde. Para avanzar en el proceso de liberación nacional y de clase, necesitamos confrontar con el colono y con los asimilados andaluces, y para ello, es necesario ponerle cara al enemigo, señalarlo, identificarlo.
Si vamos a lo concreto de los datos económicos podemos ver que el producto de la explotación de las riquezas naturales andaluzas y de la explotación laboral de las trabajadoras andaluzas termina en Madrid (en próximos artículos iremos trabajando en la concretización de estas afirmaciones), en bancos que tienen su sede en Madrid, en empresas que tributan en Madrid, quedando en Andalucía unos míseros salarios de supervivencia, con 200,000 Ha de tierra fértil improductiva a consecuencia de las políticas agrarias de la Comunidad Europea, que a cambio de mantener las tierras en baldío para facilitar las exportaciones de la industria del norte del Estado y de la UE, nos conforma con unas subvenciones que son cobradas por parásitos que en su mayoría, también tributan en Madrid. El millón de andaluzas en paro más las que lo estarán próximamente cuando finalicen los ERTEs que afectan a 500,000 trabajadoras andaluzas, nos van a ubicar en una situación de emergencia social provocada por el modelo económico que desde Madrid se ha impuesto al pueblo andaluz.
Algunos me dicen que no todos los madrileños son iguales, que la clase trabajadora madrileña también sufre los recortes y las consecuencias del capitalismo…Pues muy bien, pero no es lo mismo la situación de la clase trabajadora Castellana que la situación de la clase trabajadora andaluza. Hacer un análisis de clase sin tener en cuenta el factor colonial que sufre parte de la muestra analizada, es cometer un error de bulto. Marx y Engels(1) se dieron cuenta de este problema cuando analizaban la situación de la clase trabajadora en Irlanda y la diferencia de ingresos y de bienestar entre los trabajadores ingleses y los irlandeses, concluyendo que los trabajadores ingleses se beneficiaban de la situación colonial sufrida por los trabajadores irlandeses. Los trabajadores de las metrópolis siempre han disfrutado de unas condiciones de ventaja respecto a los de la colonia, condiciones que eran posibles gracias a los beneficios obtenidos en las explotaciones de las colonias, sin las cuales, las empresas de la metrópoli hubieran tenido que rebajar las condiciones de los trabajadores de las metrópolis para mantener la tasa de ganancia.
El caso andaluz es muy parecido al Irlandés por la situación colonial que padecen ambos países. Un ejemplo de esa situación de “inferioridad” de las trabajadoras andaluzas respecto de las mesetarias, se da cada verano, cuando miles de trabajadoras mesetarias viajan a nuestras costas a ser servidas por trabajadoras andaluzas en hoteles y restaurantes. Ese disfrute vacacional, solo se lo pueden permitir por la situación de precariedad de la clase trabajadora andaluza, con contratación temporal, con salarios de hambre y sin derechos laborales. En el sector turístico, es donde hoy en día se puede comprobar con facilidad la relación de subalternidad y de inferioridad de la clase trabajadora andaluza respecto a la madrileña.
En el caso del otro sector de vital importancia para Andalucía, el agrícola, pasa tres cuartos de lo mismo; para que las trabajadoras madrileñas puedan comprar fresas y tomates a precios asequibles y las empresas de comercialización ubicadas en Madrid tengan los beneficios que han decidido, las trabajadoras agrícolas andaluzas, y especialmente las inmigrantes, tienen que coger fresa a 25 euros el día de 12 horas de trabajo, en los casos más extremos de explotación.
A las acusaciones de “chovinismo”, y las referencias al internacionalismo proletario, hay que decir que no renunciamos a él, pero que este se ejerce en sentido horizontal, entre iguales. Cuando la clase trabajadora de Madrid y Castilla acepten la singularidad andaluza y su derecho a organizarse libremente al margen del Estado español y muestren solidaridad con las luchas de las trabajadoras andaluzas por su soberanía política y económica, entonces podremos hablar de solidaridad entre los pueblos, de internacionalismo proletario. No puede haber solidaridad entre pueblos mientras no se solucione la cuestión colonial.
En la sangrienta guerra colonial de Argelia contra el colono francés se gritaba “fuera los franceses” y en cuba se popularizó el grito “YANQUIS GO HOME¡¡” tras las agresiones norteamericanas a la isla. Pero cuando es un andaluz el que dice MESETARIOS GO HOME, surgen los “ofendiditos”, a uno y a otro lado de Despeñaperros. Que se ofendan al norte de Despeñaperros es comprensible, pues significa que queremos terminar con los privilegios territoriales y con la relación colonial que mantiene al pueblo andaluz en una situación de pobreza y precariedad. Pero lo llamativo es cuando el “ofendidito” vive al sur de Despeñaperros, siendo miembro de una comunidad empobrecida e inferiorizada. El miedo a perder turistas y a las pérdidas económicas si en verano no vienen los madrileños, nos dice mucho de ese andaluz psicológicamente colonizado que es incapaz de pensar por sí mismo al margen del discurso hegemónico que nos condena a ser sirvientes, a aceptar la inferiorización y la dependencia.
Hace 4 años escribí sobre el “colonialismo psicológico”, recogiendo unas palabras de Eduardo Galeano: “El colonialismo visible te mutila sin disimulo: te prohíbe decir, te prohíbe hacer, te prohíbe ser. El colonialismo invisible, en cambio, te convence de que la servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza: te convence de que no se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser”· En estas tres líneas, Galeano señala la naturaleza de ese colonialismo invisible que amordaza a los pueblos y que les impone la autocensura y la autorepresión a través de mecanismos de inferiorización a los que las andaluzas estamos muy acostumbradas.
Algunos de esos mecanismos de inferiorización son evidentes. Cuando los medios de comunicación de Madrid arremeten contra una Ministra, no por su incompetencia, sino por su acento andaluz, nos dicen a las claras que nuestra forma de hablar es “inferior”, que tenemos que hablar con el acento castellano para ser aceptados y valorados. Otro caso reciente de inferiorización lingüística es el de un conocido presentador de TV que le decía a un colaborador andaluz que “moderara” su acento andaluz, es decir, que hablara en “Castellano”. El españolismo cultural no admite el habla andaluza como un habla de prestigio al mismo nivel que el castellano. Inferioriza a todas las hablantes de esa lengua. Y esta inferiorización lingüística, cultural e identitaria afecta a todos los órdenes de la vida, a todas las actividades relacionadas con el ser humano. Las consecuencias cuando se ha interiorizado y asumido este discurso hegemónico es la falta de confianza en nuestras habilidades, es aceptar la dependencia del colono, es aceptar la explotación como algo natural, y es aceptar nuestra situación de empobrecimiento como algo provocado por nuestra naturaleza.
El mayor problema que tiene hoy la clase trabajadora andaluza, no es el paro ni la precariedad ni la falta de expectativas, sino la interiorización de ese colonialismo invisible, psicológico, que nos impide ver las causas de nuestra subalternidad, de nuestra dependencia, y que niega la situación colonial que padecemos y nos impide ver los mecanismos de explotación. En definitiva, el policía interior que el colonialismo psicológico nos pone en la cabeza, nos tapa los ojos ante nuestra realidad concreta, nos impide analizar los mecanismos de subordinación y asimilación, y nos paraliza para tomar el control de nuestra existencia.
Por todo lo expuesto con anterioridad, se hace indispensable atacar este problema de la inferiorización, combatirlo con todos los medios a nuestro alcance, empezando por señalar a los responsables y beneficiarios políticos y económicos de la situación colonial, yéndonos a lo concreto y renunciado a la subjetividad y a los conceptos abstractos, sin renunciar al conflicto con los colonizadores ni con las andaluzas alienadas y asimiladas. Solo en la lucha y en el conflicto permanente el pueblo andaluz podrá ir despojándose de todas las ligaduras invisibles que nos han hecho un pueblo sumiso, temeroso e incapaz de reconocerse tras 500 años de asimilación y aculturación.
La lucha por la recuperación de la autoestima, del orgullo por nuestras hablas, nuestra historia y nuestra cultura debe ser uno de los estandartes en la lucha de clases. La explotación del pueblo andaluz empieza por ahí, por convencernos de nuestra inferioridad, por asimilarnos a la cultura del colono y hacernos partícipes de sus valores. La lucha está en las calles, en los medios de comunicación a nuestro alcance, en las redes sociales, en las escuelas, institutos y universidades. Donde no está la solución a nuestros problemas es en las instituciones del colono, en los gobiernos municipales ni autonómicos ni estatal. Castilla construyó España para perpetuar el dominio territorial y la explotación de territorios y personas. Sus instituciones no son neutrales en la lucha de clases y en su naturaleza está la imposibilidad de que con sus leyes se puedan modificar las relaciones de poder entre clases o entre territorios.
La experiencia histórica de Andalucía y la experiencia cercana de otros pueblos, nos dice que Madrid (centro de poder económico y político de las élites castellanas) no va a permitir que ningún pueblo acceda a la independencia de forma pacífica. Y menos aún Andalucía, puesto que si esto ocurriera, sería el fin del Estado español puesto que este se sostiene sobre la explotación colonial de Andalucía. Nunca conseguiremos avanzar en la soberanía política y económica de la clase trabajadora andaluza negociando con el Estado ni participando en sus instituciones. Preparémonos para la desobediencia y la insumisión hasta que llegue el momento de enfrentar al Estado en la forma que lo hicieron los Federales andaluces en el S.XIX.
(1) La Cuestión Nacional en Marx: El ejemplo del caso colonial irlandés (Jorge Enea Spilimbergo)
Andalucía 2020