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En menos de una semana, la candidata de Sumar se olvida de su «compromiso» con el Sáhara

En la entrevista concedida al periodista Jordi Évole, la vicepresidenta del Gobierno y líder de «Sumar, Yolanda Díaz, aseguró defender, sin ambages  la causa de los saharauis, prometió que si llegaba a la Moncloa revertiría la política de Pedro Sánchez  y se atrevió a reconocer la evidencia de que Marruecos es una dictadura. Apenas unos días después, en New York, Díaz «agradeció a Marruecos su apoyo al Gobierno de España» y evitó manifestarse sobre si el reino alauita es o no es una dictadura. No es esta, sin embargo, la primera ocasión en la que Yolanda Díaz afirma una cosa y su contraria, de acuerdo a lo que podría resultarle más conveniente (…).

      Pese al enfrentamiento actual entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, motivado por sus respectivas ansias de poder y colocación, la realidad es que Díaz  e Iglesias tienen muchas cosas en común.

      Ambos comparten, sin ir más lejos, su extraordinaria capacidad para decir una cosa y la contraria en el más breve lapso de tiempo, conforme a lo que estimen más adecuado para sus propios intereses y sin que ello les produzca el más mínimo remordimiento de tipo moral.

   Los dos políticos pueden considerarse, en efecto, dos exponentes de una forma de conducirse en la vida que se podría resumir con aquella célebre  boutade del genial Groucho Marx: «Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros».

   Para constatar hasta qué punto esta es la forma de proceder de Pablo Iglesias, recomendamos a nuestros lectores el visionado del video «La biografía ideológica de Pablo Iglesias contada por él mismo», que pueden encontrar en este mismo diario digital.

   Pero aunque lo de Pablo Iglesias puede considerarse de auténtica “traca”, tampoco le va a la zaga  la nueva lideresa de Sumar en lo que respecta a esta forma indecente de actuar.

   Cabe recordar, por ejemplo, como, en relación con la reforma laboral de Mariano Rajoy, la ministra de trabajo prometió primero derogarla, para luego afirmar en una entrevista concedida a Ana Pastor que «técnicamente no se podía derogar la reforma de Mariano Rajoy» y, finalmente, admitir que cuando prometía lo contrario en realidad estaba recurriendo solamente a un «fetiche político». O dicho en roman paladino, que lo que estaba haciendo era engañar, sin ningún tipo de vergüenza, al personal.  

Vídeo: Yolanda Díaz sobre su promesa de derogar la reforma laboral: «Una cosa es el fetiche político y otra cosa lo que vamos a hacer»

   Un reconocimiento público que, significativamente,  no ha impedido que Yolanda Díaz siga siendo  la mejor valorada del gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos. Y tampoco que la Ministra de Trabajo se permita reivindicar, como un tremendo logro,  «su» nueva legislación laboral, a pesar de que la misma fue aplaudida por la gran patronal y avalada porel think tank del PP (FAES) e incluso por la ex ministra de Rajoy, Fátima Báñez.

   Dado que la ausencia de organizaciones de una izquierda real capaces de explicar la naturaleza de estos engaños a la población, facilita la impunidad, todo parece indicar que Yolanda Díaz continuará recurriendo a todo tipo de «fetiches políticos» para vender su mercancía averiada durante toda  la campaña electoral.

     Por el momento, la última expresión de este «donde dije digo, digo Diego» de la candidata ha tenido que ver con la decisión del gobierno de España, del que ella forma parte, de apoyar, explícitamente, el plan del reino de Marruecos para intentar perpetuar la ocupación ilegal del Sáhara Occidental.

   En una reciente entrevista concedida por la Vicepresidenta Díaz al periodista Jordi Evóle, emitida por La Sexta el pasado domingo, la ministra de Trabajo aseguró defender, sin ambages  la causa de los saharauis, prometió que si llegaba a la Moncloa revertiría la política de Pedro Sánchez  y, en un arrebato ciertamente inusual en su vacuo discurso, se atrevió a reconocer la evidencia de que Marruecos es una dictadura.

   Algunos medios de comunicación saharauis se congratularon por estas declaraciones, suponiendo, con evidente ingenuidad, que realmente podía contar con que, en el caso de que Yolanda Díaz llegara a la Moncloa se pondría realmente de parte de la legalidad internacional, afectando a los intereses alauitas que cuentan con el padrinazgo de los Estados Unidos. 

   No faltaron tampoco, sin embargo, los activistas saharauis que, por haber residido buena parte de sus vidas en el Estado español, y conocer perfectamente el «modus operandi» de los políticos institucionales españoles, se encargaron de advertir a sus compatriotas de que lo de Yolanda Díaz eran “meras palabras”, pronunciadas en periodo preelectoral.

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El activista saharaui Taleb Alisalem denuncia públicamente el vertiginoso cambio de opinión de Yolanda Díaz

   Pero es que solo han tenido que pasar unos días para que la propia Yolanda Díaz haya querido lanzar un claro mensaje de amistad a la “dictadura” que, repentinamente, ya no parece ser nada dictatorial.

   Desde New York, adonde había acudido para intervenir en la sede de las Naciones Unidas, y en la rueda de prensa posterior a su alocución, un periodista pregunto a la Ministra de Trabajo si

«seguía pensando que Marruecos, estado miembro de la ONU, es una dictadura o si se retractaba de la afirmación que había hecho en Lo de Évole».

   Forzando aún más que de costumbre esa perenne sonrisa de vendedora de seguros o coches usados que ha decidido convertir en “marca personal”,  Yolanda Díaz no sólo se negó a ratificar las palabras que había dicho, con supuesto convencimiento, hacía menos de una semana.

   Además contesto, eludiendo la pregunta del periodista, que:

   «lo que quiero decir justamente porque estoy en la ONU es que le quiero dar las gracias a Marruecos porque ha defendido y ha acompañado no solo al Gobierno de España sino al resto de países  en el apoyo de esta resolución».

   Un claro mensaje a la monarquía alauita y al poderoso lobby promarroquí  con el que, sin duda, ha pretendido hacerse perdonar por el pecadillo cometido en sus declaraciones a Évole, confiando en que los socios marroquíes entiendan que era «lo que tenía que decir» en un programa  cuyo “target” es el votante de izquierdas que simpatiza con la justa causa del pueblo saharaui y que por alguna cosa tiene que poder diferenciar a Yolanda Díaz de su estimado Pedro Sánchez. 

   Si una vez más estos votantes deciden  pasar por alto la evidencia, y dar su apoyo a la «candidata de la ternura y las graciñas», que luego no pretendan reclamar, exigiendo algún tipo de devolución.

   Al fin y el cabo, no se puede decir que «Yoli» no haya dejado ya bien clarito que, para ella: 

“una cosa es el fetiche político y otra cosa es lo que vamos a hacer”. 

Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

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