
Por Alí Manzano.
“Si apoyas a los palestinos en abstracto o cuando los matan pero condenas sus actos de resistencia armada, lo que realmente estás diciendo es que quieres que mueran en silencio y sigan siendo las nobles víctimas que tu solidaridad superficial y paternalista permite, no lograr liberación real.”
Luis Allday
La solidaridad con el pueblo palestino siempre se ha visto envuelta entre el apoyo real a la lucha por la liberación y la soberanía, y la hipocresía de quienes condenan la actuación sionista, limpian sus conciencias posicionándose aparentemente al lado del oprimido y de paso se sitúan políticamente en la «izquierda». Palestina, al igual que Cuba sirven para dotar de credibilidad progresista a los defensores de sus causas.
Que la situación de apartheid se mantenga les viene muy bien a la progresía española y occidental para mantener un posicionamiento moral frente a los que apoyan decididamente a Israel y a los crímenes de su Estado.
Cuando el pueblo palestino, en el uso de su derecho a la autodefensa y a la lucha por su liberación, decide dejar de ser sujeto pasivo en la represión del sionismo, y decide pasar a la acción y plantar cara a 75 años de crímenes, de ocupación, de genocidio físico y cultural, de incumplimientos de resoluciones de las NN.UU…, la progresía española a través de sus partidos políticos, de sus voceros, de los medios de comunicación al servicio del relato oficial pro israelí, se convierte en «defensores de la paz», exigen el fin de la violencia y el inicio de diálogos para solucionar el conflicto. En definitiva, piden a la resistencia palestina renunciar a la lucha armada, volver al status quo anterior al inicio de las hostilidades, confiar en la buena fe del sionista y de la «comunidad internacional» para solucionar el conflicto a través de diálogos de paz.
Y lo justifican con la actitud paternalista de quién aconseja no «molestar» al matón de la clase para no sufrir las consecuencias de su ira.
Es lo mismo de siempre, es el pacifismo de la derrota, la paz de los vencidos, las negociaciones para que nada cambie, para cambiar paz por promesas que nunca llegan a cumplirse porque no han variado ni un ápice las relaciones de poder.
La historia ha enseñado al pueblo palestino que la justicia no es una cuestión de razones, ni del derecho internacional; que no pueden buscarla en los organismos internacionales. En 75 años de negociaciones, nunca ha parado la expulsión de palestinos, ni la ocupación de tierras, ni la construcción de nuevos asentamientos, así como las detenciones arbitrarias, el asesinato y la profanación de los elementos culturales y espirituales que dan cohesión al pueblo palestino, como es el caso de la Mezquita de Al-Aqsa, frecuentemente profanada por civiles sionistas amparados por su policía y ejército. La experiencia de estos últimos 75 años de apartheid ha convencido al pueblo palestino de que la justicia solo se puede conseguir mediante una posición de fuerza que obligue al sionismo y al imperialismo occidental encabezado por EE.UU y Europa a negociar un Estado Palestino la salida de la población sionista hacia sus poblaciones de origen en Europa o EE.UU. , o las condiciones de su continuidad en Palestina.
Pero ya sabemos que para el progresismo nini esto es imposible. Para ellos, la solución está en protestas pacíficas, con batucadas, cantando, rodeando el congreso cogiditos de la mano y acampadas bajo la luz de la luna, hasta que se ablanden los corazones de los sionistas y acepten que todos los seres humanos somos iguales y que los palestinos también son personas y dejen de matarlos y encarcelarlos.
Los privilegios adquiridos por pertenecer al «norte global» y basados en el saqueo del resto del planeta, se verían seriamente afectados con la desaparición del Estado israelí, y esto está posicionando a todo el espectro político de la izquierda del sistema, desde el PSOE a Podemos, Sumar, IU y los nacionalismos burgueses de todas las naciones del Estado, en el posicionamiento nini y pacifista que mantiene el status-quo actual.
El relato «nini», pacifista y equidistante está siendo ampliamente difundido por todos los medios de comunicación, escondiendo bajo este planteamiento el apoyo al Estado de Israel. Es muy llamativo que personas bien formadas e informadas, acepten el relato de poder que nos presenta a la resistencia palestina como terroristas que están atacando a pacíficos e indefensos civiles.
A este respecto, hay que comentar el derecho del pueblo palestino a defender su tierra y sus derechos por el medio que ellos consideren conveniente, incluida la lucha armada, puesto que por la violencia fueron desposeídos de su tierra y de su derecho a vivir en ella. Por otra parte, considerar a los colonos israelíes como indefensos civiles es mentir intencionadamente para favorecer un posicionamiento moral a favor de los colonos, invirtiendo los términos y convirtiendo al agresor en víctima. Se olvidan comentar que los colonos han ocupado una tierra de la que previamente ha sido desalojada su población original, construyendo los asentamientos sobre el derribo de las viviendas palestinas.
Ya lo decía Malcolm X: «Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido«.
La lucha armada del pueblo palestino hace caer las máscaras que la izquierda sistémica utiliza para posicionarse junto a los que verdaderamente luchan por los derechos de todos los oprimidos de la tierra. La primera victoria ya la hemos conseguido: desenmascarar a tanto miserable que utilizaba el sufrimiento del pueblo palestino para medrar políticamente. Las trincheras se van aclarando, y en esta trinchera de defensa del pueblo palestino solo van quedando los que luchan de forma incondicional desde el respeto a las decisiones de las organizaciones palestinas en cuanto a la forma de lucha y de resistencia. No vamos a poner condiciones a nuestro apoyo ni vamos a dar lecciones a un pueblo que durante 75 años se ha ganado nuestra admiración, respeto y apoyo.