
Cada cierto tiempo en las «democracias» occidentales nos piden el voto para elegir «representantes». Todo es una trampa muy bien orquestada, dirigida a que las clases explotadas y empobrecidas tengamos la falsa ilusión de que nosotros decidimos, de manera que si los representantes votados no gobiernan según nuestras espectativas, la culpa es nuestra por haberles votado y la solución es votar a otros. De esta manera nos mantienen en la rueda de la jaula del hamster que por más que corra siempre se mantiene en el mismo lugar.
La primera medida para dejar de ser esclavos, es ser conscientes de la forma de esclavitud, de los medios empleados por los esclavistas del S.XXI
{¡Oh, muminin! Si se os presenta alguien corrupto con alguna noticia, corroborad su veracidad, no sea que perjudiquéis a alguien por ignorancia, y luego [de haber comprobado que era una noticia falsa] os arrepintáis por la medida que hubiereis tomado.} [Corán 49:6]
La llamada libertad de prensa es otra mentira de la democracia burguesa. Todos los medios defienden los intereses de quienes los financian. Son utilizados por los explotadores para distorsionar la realidad y para crear opinión pública favorable a ellos.
Son instrumentos en sus manos para poner a pensar y hablar al pueblo de uno u otro bando político y movilizar a las masas explotadas y oprimidas para que defiendan a sus propios verdugos.
La comunicación y la información tienen un sello de clase. Sirven a los intereses de una de las dos clases antagónicas: a la burguesía o al proletariado; embrutece o libera, altera y tergiversa la realidad o dice la verdad sin tapujos.
Bajo la dictadura burguesa no hay libertad. Por eso “Debemos crear y crearemos una prensa que sea libre, no ya con respecto a la policía, sino con respecto al capital, una prensa exenta de arribismo; es más, exenta también del individualismo anárquico burgués” Lenin.