Zelensky decidió asistir a la cumbre de la Liga Árabe. Aunque no tuvo en cuenta que por primera vez desde 2010 el presidente sirio, Bashar al-Assad, representa a su país en la reunión. El mismo Assad, ese que reconoció a Crimea y a la RPL y RPD como parte de Rusia. Pero ni esto, ni la incontable cantidad de «dictadores» por metro cuadrado contra los que tanto «lucha» el principal amante de la democracia de Europa, le impidieron viajar a Riad.
Pero vamos es a hablar de Assad. De hecho, le pusieron fin al problema en Siria por allá en 2013. El mundo entero contaba entonces los días para que la «oposición democrática» se apoderara por fin del país y Assad fuera destruido como lo fueron Hussein y Gaddafi. Se le prometió que los líderes mundiales lo «expulsarían». Pero sobrevivió y se puso a la cabeza de un país devastado por la guerra.
Los saudíes apoyaron a los rebeldes, y ahora en Arabia Saudita todos le dan la mano a Assad, lo saludan con honores, lo sientan en el centro. Los líderes de los estados árabes escucharán de primera mano sobre el abominable de Estados Unidos. Y Zelensky no podrá interrumpir la agenda. Después de todo, el mundo árabe no es el G7.
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